Los postulados negacionistas amenazan los avances conseguidos. | Manifiesto de Lunes Sin Sol 15/04/2024

La violencia machista es LA VIOLENCIA FÍSICA, SEXUAL Y PSICOLÓGICA que se ejerce sobre las mujeres y que está instalada en nuestra sociedad, formando parte de ella como una forma más de violencia, contra la que se siente repulsa y a menudo miedo, y que sin embargo se sigue aceptando y tolerando como inevitable con un fatalismo que nos deja perplejas y ante el que no sabemos o, por cobardía, no queremos reaccionar. Cada día nos asaltan las noticias de abusos, de violaciones, y demasiado a menudo, y por desgracia, de asesinatos de mujeres, incluso del asesinato de sus propios hijos para castigarla y provocar en ella el mayor de los sufrimientos.

09/04/2024: Asesinatos como el de Vanesa de 42 años y sus dos hijos menores de edad, un niño y una niña, de 8 años, asesinados en El Prat de Llobregat (Barcelona) por la pareja de la madre y padre de los menores, el cual se suicidó posteriormente.

06/04/2024: Se confirma el asesinato por violencia machista de Bianca, una mujer de 43 años, en Málaga. El agresor es un hombre de 50 años a quien la Policía detuvo en un principio como sospechoso de un homicidio imprudente.

Con Vanesa y Bianca suman ya 10 las mujeres asesinadas mediante violencia de género en España durante 2024. Y son en total 1.254 las asesinadas desde el año 2003 cuando se empezaron a contabilizar.

En memoria de todas ellas guardamos un minuto de silencio.

A continuación se dio lectura a este MANIFIESTO:

No hemos de cansarnos de decir que el sesgo discriminatorio de sexo es el primero que categoriza las diferencias de los seres humanos en su conjunto. Es un sesgo que se repite a lo largo de la historia en todas las comunidades y países, y que tiene su origen en el patriarcado, más allá de sistemas políticos y económicos, más allá de clases sociales, etnia, lugar de origen o cualquier otra diferencia.

Por ello, podemos afirmar que la violencia contra las mujeres es la manifestación más cruel de desigualdad entre hombres y mujeres que existe en todas las sociedades del planeta. La violencia machista tiene muchas caras, y todas ellas destruyen la dignidad de la mujer, la marcan dejándola una huella moral para siempre y la impide vivir sin miedo el resto de su vida.

Podríamos creer que se ha luchado y se sigue luchando lo suficiente para erradicar esta violencia machista, amparando y reconociendo a la víctima y condenando sin excusa ni pretexto a quién la ejerce, que en su inmensa mayoría son los hombres, ¡¡¡PERO NO ES ASÍ!!!

Podríamos pensar también que la sociedad en su conjunto, con sus leyes, con sus administraciones, y con todos sus medios, debería garantizar el control y la erradicación de esta violencia de una vez por todas, ¡¡¡PERO NO ES ASÍ!!!

Es más, NO SOLO NO ES ASÍ, sino que vivimos una época de incertidumbre y de involución que permite echar por tierra, dramáticamente, muchos de los avances conseguidos en la lucha contra la violencia machista.

Se manifiestan cada vez más, postulados descreídos y negacionistas en nuestro país, por parte de grupos políticos y de ciertos sectores de la sociedad, sobre esa violencia contra las mujeres, relegándola a una más de las formas de violencia, metiéndola en un cajón de sastre que ignora totalmente el origen, la dimensión y las consecuencias de esa violencia ejercida contra las mujeres por el hecho de serlo. Llegando incluso ese retroceso a la formulación de nuevas leyes en algunas comunidades que desvirtúan e invalidan la transcendencia de esta violencia machista.

Las nuevas formas de negación de la violencia machista, con ideas rancias y antiguas que creíamos superadas, se reactivan y se inoculan peligrosamente en las nuevas generaciones, sobre todo en nuestros adolescentes, futuros adultos que dirigirán, incluso muchos de ellos gobernarán nuestro país, y pondrán su impronta en el mundo que les toque vivir y que ellos mismos habrán creado. Ello nos condena a seguir reiniciando una y otra vez la lucha por impedir que prosperen las nuevas formas de violencia machista enmascaradas tras las ideas tramposas y neoliberales de libertad y de igualdad para las mujeres, reproduciendo a través de la publicidad estereotipos machistas de una forma constante y machacona, tratando de replegar de nuevo al ámbito de lo privado y lo doméstico toda actividad de la mujer, cosificando y mercantilizando su imagen y su cuerpo que vuelve a verse como un producto de compra y venta que se usa, se abusa y se manipula para finalmente despreciarlo y muchas veces destruirlo.

El uso inadecuado y compulsivo que se hace demasiado pronto de las tecnologías de la información y en especial de las redes sociales, por parte de nuestros niños y niñas sin control parental alguno, sin control legal tampoco, permite acceder a contenidos sórdidos, distorsionados de la realidad, contenidos pornográficos, bélicos, y de aprendizaje de temas que para nada son pedagógicos y educativos y que les permite desarrollar fácilmente, ideas preconcebidas sobre el rol de las mujeres, no identificando las señales o indicios de que esa actitud hacia las mujeres es agresión y maltrato.

Estos niños y adolescentes que transitan por ese camino alejados de todo control y de toda educación en igualdad, son sujetos activos o pasivos que ejercen o permiten demasiadas veces la violencia física, psicológica o sexual contra las niñas, contra las adolescentes, transcendiendo incluso hacía las mujeres adultas, con el uso de la prostitución en la que se inician como un juego a lo largo de su adolescencia. Son prácticas machista que llevan a cabo sin ningún pudor, sintiéndose impunes ante cualquier castigo y consecuencia dramática por sus actos y normalizando una conducta claramente reprobable porque ven como la sociedad mira para otro lado,

Todas las violencias machistas se han disparado de forma alarmante en los últimos años entre los adolescentes en España y en el resto del mundo, y lo dramático es que casi la mitad de ¡¡¡LAS ADOLESCENTES!!! No son conscientes de estar siendo víctimas de violencia machista.

Esa violencia provoca mucho sufrimiento en el desarrollo integral de las víctimas. Y todo esto, está pasando ante la mirada de indiferencia y de condescendencia de todos y todas nosotras. Para evitar la violencia contra las mujeres, las adolescentes y las niñas, se hace necesaria una educación basada en los valores de respeto y de igualdad. Una educación emocional que desarrolle la empatía hacia el otro y hacía la otra, y que empiece en el ámbito privado desde el nacimiento y transcienda al ámbito educativo, laboral y social.

Es imprescindibles que los padres y las madres y todo el entorno, estén atentos a las señales que nuestras niñas y adolescentes emiten, para así, poder detectar a tiempo cualquier indicio que pueda indicarnos que están siendo acosadas o violentadas. Y entre esas señales hemos de poner especial atención al alejamiento de sus amigos y amigas de siempre, a la ausencia de conversación, a la infravaloración de sus logros por ellas mismas, a la angustia de no saber cómo manejar una relación que las desborda y las hace infelices.

Los padres y madres, así como la escuela han de enseñar la TOLERANCIA CERO frente a cualquier tipo de violencia, para que las niñas desde temprana edad sepan elegir entre las personas que las quieren y las tratan bien y sepan rechazar las situaciones de violencia, incluso en su propio entorno de amigas y amigos.

Es esencial que las adolescentes sepan que no solo pueden sufrir violencia física, sino también la violencia psicológica y emocional, y que muchas veces es a través de las redes, con el control y las amenazas que reciben y que se traducen en la solicitud de fotografías de tipo sexual, petición de cibersexo y control del móvil entre otras.

Hay que romper el tópico en el que se mueven las mujeres y las adolescentes de que los celos son una expresión de amor, cuando en realidad es una manifestación de control y dominación.

Las adolescentes han de tener la certeza y la garantía de que van a ser atendidas y comprendidas si piden ayuda ante una situación de violencia.

Ante este gran problema que supone la violencia machista, la legislación a favor de las víctimas, el reconocimiento de la violencia sufrida y la sanción y penalización al agresor deben estar muy claras.

Han de movilizarse recursos humanos y materiales. Comprometer a los familiares, a todo el entorno, a la asistencia social, al personal sanitario y forense, al personal de justicia y al personal de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado. Exigir que todos los agentes estén formados en violencia machista y apliquen las medidas de protección a la mujer

Todo ello para evitar y prevenir el maltrato e incomprensión institucional que sufren muchas mujeres cuando denuncian y se encuentran inmersas en la resolución legal de sus conflictos. Es necesario e imprescindible garantizar la asistencia jurídica y psicológica gratuita y a poder hacer uso de todos los recursos disponibles para su protección, y para su reparación como víctima, impidiendo la repetición de los abusos.

Por otro lado la concienciación amplia de la sociedad es de vital importancia, y en ella los medios de comunicación juegan un papel clave que debe ser riguroso, pues a través de ellos se forma mentalidad social, se empatiza y se visibilizan las causas y las consecuencias de la violencia machista.

Para terminar diremos que es agotador y decepcionante que generación tras generación haya que estar luchando por los derechos humanos que como ciudadanas nos han sido usurpados a lo largo de la historia por el sistema de dominación del patriarcado y que han sido los hombres los que lo han sustentado y son ellos sus mayores beneficiarios.

Nos preguntamos para cuándo los hombres serán conscientes de que no pueden seguir manteniendo esos privilegios que como derechos incuestionables viven y que se les han otorgado gratuitamente, privilegios que por otro lado les amordazan y les encorsetan haciéndoles más duros, frustrados e infelices, y por ello a menudo temidos y poco amados.

La igualdad entre las mujeres y los hombres brinda la oportunidad de desarrollar todo nuestro potencial humano y permite compartir todo lo que de bueno tiene la convivencia que es la participación en los recursos, vivencias, ideas y emociones.

Las mujeres no queremos robar los derechos a los hombres, queremos tener esos derechos como ellos en igualdad de condiciones. Las mujeres no somos ninguna amenaza para los hombres, solo queremos los derechos que nos corresponden como integrantes del mayor grupo de seres humanos que pueblan la tierra.

Por todo ello, una y mil veces más decimos BASTA YA DE VIOLENCIA MACHISTA

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